En las mañanas despierto buscando tu piel,
busco tu aroma encantador de sueño,
sé que no estás pero te invento en mis manos,
busco tus ojos profundamente en los mios.
En lo que pasan lentamente los segundos comienzas a irte de mí, comienzas a desaparecer como la bruma en el espacio,
desapareces de mis manos, de mi piel, de mis ojos.
En la medida que pasan los minutos los conflictos entre la realidad o quedarme atado a ése pequeño instante en donde te siento como la piel al rocio.
Niego esta existencia sin ti, niego las mañanas y noches, atardeceres y cenas.
En la medida que pasan las horas se pone la luna, se encienden como puntitos dorados cada farola, cada casa y los mundos comienzan dormir y yo aquí te busco en la ciudad, en cada puntito dorado, entre plazas y ascensores, te busco: pero se que te desvaneces entre los mundos; cómo el rocio en la piel, cómo el humo del tabaco en la noche melancólica.
Es hora de cerrar los ojos con la esperanza, de no se cómo, pero algo, el azar, el absurdo o ésas casualidades que se dan sin explicación. Sin preguntas, sin respuestas, sólo tu piel y mis manos, tus ojos y los míos, tus demonios y tus ángeles, tus sonrisas y tristezas, tu paraíso y también tu infierno, así espero por ti.
Autor: Francisco Muñoz Vega - Francesco Muga.
busco tu aroma encantador de sueño,
sé que no estás pero te invento en mis manos,
busco tus ojos profundamente en los mios.
En lo que pasan lentamente los segundos comienzas a irte de mí, comienzas a desaparecer como la bruma en el espacio,
desapareces de mis manos, de mi piel, de mis ojos.
En la medida que pasan los minutos los conflictos entre la realidad o quedarme atado a ése pequeño instante en donde te siento como la piel al rocio.
Niego esta existencia sin ti, niego las mañanas y noches, atardeceres y cenas.
En la medida que pasan las horas se pone la luna, se encienden como puntitos dorados cada farola, cada casa y los mundos comienzan dormir y yo aquí te busco en la ciudad, en cada puntito dorado, entre plazas y ascensores, te busco: pero se que te desvaneces entre los mundos; cómo el rocio en la piel, cómo el humo del tabaco en la noche melancólica.
Es hora de cerrar los ojos con la esperanza, de no se cómo, pero algo, el azar, el absurdo o ésas casualidades que se dan sin explicación. Sin preguntas, sin respuestas, sólo tu piel y mis manos, tus ojos y los míos, tus demonios y tus ángeles, tus sonrisas y tristezas, tu paraíso y también tu infierno, así espero por ti.
Autor: Francisco Muñoz Vega - Francesco Muga.