Se levanta de su cama, su cuerpo desnudo bajo el camisón "heredado de su madre" se trasluce casi por completo. Se dirige a la puerta, alguien toca, golpea, muy apresurado, fuerte, ella un tanto nerviosa, asustada mira a través de la cortina, "casi tan gastadas cómo su camisón".
Un hombre al otro lado de la puerta. Ella también del otro lado, pero contrario al de él. En punta de pies fríos pero a paso rápido se dirige y abre la puerta. Él la mira, ella lo mira, sus ojos se mezclan entre ése espacio interrogativo, se funde la vida, el mundo, los cuerpos, las mentes y durante unos segundos todo pasa a ser parte de un sólo aspecto, único, sin forma, sin sensación, sin nada más que la existencia. Son parte del todo que es un solo sentido, causa y efecto, las consecuencias de un acto.
El efecto:
De pronto los ojos se alejan, miran sospechosos a su alrededor, el entorno es fidedigno. Todo vuelve a desaparecer, el efecto se inicia, el mundo vuelve a girar. Ella con sus flacos y fríos dedos toma su mano, lo mira "sorprendida", el también se aferra a su mano, la mira, la besa.
Los ojos nuevamente se alejan, se miran vidriosos, estrangulando las lenguas, una una contra otra. Ella lo incita a entrar, sin decirlo, el se deja llevar.
La casa, la habitación, la cama, sus dedos fríos. Todo se funde, la distancia entre la puerta y la cama es solo un paso. El la mira, la acaricia, la toma por el borde, casi por debajo de sus pechos, entre sus caderas por arriba del ombligo y más abajo la otra mano se desliza. Ella, se deja caer sobre la cama, sus piernas se disponen al movimiento que abre el camino al acto, los que eran dos mundos divididos por una puerta de viejo abeto, ahora son parte de un acto consciente, sus labios, sus manos, sus cuerpos, todo pegado, todo penetrado entre formas perfectas, así cómo un rompecabezas da forma a la imagen, ellos dan forma a la cama de los amantes, dan forma al placer, ese vaho que estaba suspendido en la nada, ahora es la sombra de sus cuerpos en el espacio frío de la habitación, los dedos de él, las manos de ella, los labios, la piel, la humedad, todo comienza a conformar el molde, ése algo, ése sexo, a esas miradas. Todos es parte del plan siniestro, ése plan urdido en cada uno, los cómplices.
Ella y sus ojos desorbitados, el y su posesión, el acto se a consumado. Los amantes, los mismos de siempre, las mentes burdas, el placer express.
Los amantes, sin saberlo pero sabiéndolo han dado muerte a ése corazón que arrodillado pidió verdad, pidió amor, pidió lealtad, el efecto.
Autor: Francisco Muñoz Vega - Francesco Muga.
Un hombre al otro lado de la puerta. Ella también del otro lado, pero contrario al de él. En punta de pies fríos pero a paso rápido se dirige y abre la puerta. Él la mira, ella lo mira, sus ojos se mezclan entre ése espacio interrogativo, se funde la vida, el mundo, los cuerpos, las mentes y durante unos segundos todo pasa a ser parte de un sólo aspecto, único, sin forma, sin sensación, sin nada más que la existencia. Son parte del todo que es un solo sentido, causa y efecto, las consecuencias de un acto.
El efecto:
De pronto los ojos se alejan, miran sospechosos a su alrededor, el entorno es fidedigno. Todo vuelve a desaparecer, el efecto se inicia, el mundo vuelve a girar. Ella con sus flacos y fríos dedos toma su mano, lo mira "sorprendida", el también se aferra a su mano, la mira, la besa.
Los ojos nuevamente se alejan, se miran vidriosos, estrangulando las lenguas, una una contra otra. Ella lo incita a entrar, sin decirlo, el se deja llevar.
La casa, la habitación, la cama, sus dedos fríos. Todo se funde, la distancia entre la puerta y la cama es solo un paso. El la mira, la acaricia, la toma por el borde, casi por debajo de sus pechos, entre sus caderas por arriba del ombligo y más abajo la otra mano se desliza. Ella, se deja caer sobre la cama, sus piernas se disponen al movimiento que abre el camino al acto, los que eran dos mundos divididos por una puerta de viejo abeto, ahora son parte de un acto consciente, sus labios, sus manos, sus cuerpos, todo pegado, todo penetrado entre formas perfectas, así cómo un rompecabezas da forma a la imagen, ellos dan forma a la cama de los amantes, dan forma al placer, ese vaho que estaba suspendido en la nada, ahora es la sombra de sus cuerpos en el espacio frío de la habitación, los dedos de él, las manos de ella, los labios, la piel, la humedad, todo comienza a conformar el molde, ése algo, ése sexo, a esas miradas. Todos es parte del plan siniestro, ése plan urdido en cada uno, los cómplices.
Ella y sus ojos desorbitados, el y su posesión, el acto se a consumado. Los amantes, los mismos de siempre, las mentes burdas, el placer express.
Los amantes, sin saberlo pero sabiéndolo han dado muerte a ése corazón que arrodillado pidió verdad, pidió amor, pidió lealtad, el efecto.
Autor: Francisco Muñoz Vega - Francesco Muga.
